En el marco de nuestro Departamento de Traumatología del Deporte, una de las subespecialidades que se destacan entre las que tratamos habitualmente es la de lesiones de la rodilla.
La ruptura del LCA (Ligamento Cruzado Anterior) es una de las lesiones más comunes y se cuenta entre aquellas que definen el tratamiento de inestabilidad de rodilla.
Se habla de inestabilidad de rodilla cuando aparecen lesiones de los ligamentos que forman parte de la articulación, como de otros componentes de la misma como los meniscos, la rótula, etc. En el caso de lesiones ligamentarias, la técnica más utilizada para repararlas es la ligamentoplastia, que se realiza por vía artroscópica.
Los desgarros o rupturas de los meniscos están también entre las lesiones más comunes de la rodilla, especialmente en quienes practican deportes de contacto como fútbol, rugby y hockey.
Los síntomas más habituales que aparecen al momento de la ruptura son dolor agudo y quizás un chasquido. En las horas que siguen, puede inflamarse la rodilla al acumularse líquido articular que produce la rodilla, pero el síntoma más típico es el bloqueo de la rodilla, ya que la persona no puede extenderla totalmente. El bloqueo suele desaparecer cuando la persona hace movimientos de la rodilla, reacomodándose el menisco y sintiéndose un ruido similar a un clic.
La lesión de los meniscos habitualmente demanda una solución quirúrgica. En estos casos, el método quirúrgico que se utiliza es la artroscopia, que implica una técnica mínimamente invasiva con acceso al interior de la articulación mediante incisiones muy pequeñas, con visión endoscópica a través de una cámara.
Por otro lado, la tendinosis rotuliana es una afección del tendón rotuliano. Este tendón forma parte del aparato extensor de la rodilla, une la rótula a la tibia y es uno de los tendones más potentes del cuerpo. Es una de las estructuras responsables de mantenernos de pie y muy importante a la hora de caminar, saltar y correr. La tendinosis es un proceso que puede iniciar como inflamación pero involucra un proceso de degeneción del tendón, pudiendo convertirse en crónica.
Como opciones de tratamiento están el entrenamiento realizando ejercicios específicos (llamadas excéntricos), infiltración de factores de crecimiento plaquetario, entre los más habituales en una primera instancia. La alternativa de tratamiento quirúrgico es poco frecuente en estos casos y se llega a esta opción sólo cuando el tratamiento conservador ha fracasado.