Es de vital importancia tener en cuenta que quien quiera optimizar su rendimiento deportivo necesita estar bien nutrido e hidratado.
La deshidratación progresiva durante el ejercicio es frecuente puesto que muchos deportistas no ingieren suficientes fluidos para reponer las pérdidas producidas. Esto no sólo va a provocar una disminución del rendimiento físico, sino que además aumenta el riesgo de lesiones, y puede poner en juego la salud e incluso la vida del deportista.
La deshidratación afecta el rendimiento deportivo porque:
– Disminuye la fuerza.
– Disminuye la obtención de energía aeróbica por el músculo
– El ácido láctico no puede ser transportado lejos del músculo.
Lo cierto es que el agua y los electrólitos son indispensables para regular la temperatura corporal y el intercambio de iones, que son imprescindibles para la formación y conducción del estímulo nervioso y la consiguiente contracción muscular.
Los electrólitos son minerales presentes en la sangre y otros líquidos corporales que llevan una carga eléctrica. Los mismos afectan el funcionamiento del cuerpo de muchas maneras tales como la actividad muscular, la acidez de la sangre y la cantidad de agua en el cuerpo, entre otros.
Al sudar perdemos electrólitos y por ello debemos tomar líquido para que los contenga, aunque debemos saber que el agua no posee electrólitos. Los electrólitos comunes incluyen calcio, cloruro, potasio, magnesio, sodio y fósforo.
Es por esta razón que en muchas oportunidades y dependiendo del desgaste físico del deportista y la intensidad del entrenamiento, se le recomiendan bebidas isotónicas, que es agua con electrólitos (no más de 900 mg de sodio por litro de agua).
A tener en cuenta
Los efectos negativos sobre el organismo causados por la deshidratación al practicar deporte, son diversos. Los mismos pueden ir desde calambres o tirones, hasta lesiones en los órganos internos.
En función de la proporción de líquidos perdidos se pueden producir las siguientes alteraciones:
– Pérdida del 2%: descenso de la capacidad termorreguladora.
– Pérdida del 3%: disminución de la resistencia al ejercicio, calambres, mareos, aumento del riesgo de sufrir lipotimias e incremento de la temperatura corporal hasta 38 grados.
– Pérdida del 4-6%: disminución de la fuerza muscular, contracturas, cefaleas y aumento de la temperatura corporal hasta 39 grados.
– Pérdida del 7-8%: contracturas graves, agotamiento, parestesias, posible fallo orgánico, golpe de calor.
– Pérdida mayor de un 10%: comporta un serio riesgo vital.
Lo cierto es que para hidratarse correctamente hay que saber seleccionar la solución o bebida más adecuada. Llevar adelante un entrenamiento físico guiado por profesionales expertos, es clave en este sentido.