Como hemos descripto anteriormente, la artrosis de rodilla es una enfermedad degenerativa causada por el desgaste del cartílago que recubre la articulación.

El dolor y la disminución de la movilidad son los factores más comunes que inciden y afectan la vida de los pacientes.

Luego de confirmado el diagnóstico mediante la visita al profesional y estudios complementarios, el primer paso es aliviar el dolor y recuperar la movilidad.

En el caso de pacientes jóvenes o aquellos donde la artrosis no está muy avanzada, existen alternativas no quirúrgicas de tratamiento, como la infiltración o aplicación de plasma rico en plaquetas (PRP).
Esta consiste en la infiltración intraarticular de un derivado de la sangre del propio paciente, que contiene proteínas llamadas “factores de crecimiento” que colaboran en regenerar el tejido. Como se trata de la sangre del propio paciente, no hay riesgos de efectos secundarios.
Esta alternativa deviene de los avances de la medicina regenerativa, ya utilizados en otros campos, que tiene por objetivo reparar y regenerar tejidos para así frenar el avance de la enfermedad y recuperar la funcionalidad de la articulación.

También se está utilizando la aplicación de ácido hialurónico (AH), cuyo uso ya ha sido ampliamente probado en oftalmología, dermatología y medicina estética con excelentes resultados.

En este caso, también es una sustancia que originalmente forma naturalmente parte del cuerpo y en el caso de las articulaciones sanas, del líquido sinovial como lubricante y amortiguador en el funcionamiento de la misma. A diferencia del PRP, en este caso se aplica en la articulación ácido hialurónico sintético o artificial.
Se utiliza para mejorar la lubricación y amortiguación de la rodilla con artrosis, disminuyendo el dolor y mejorando la función de la articulación, aunque los resultados suelen verse a más largo plazo. Permite retrasar la realización del reemplazo de rodilla con prótesis en pacientes con artrosis severa.

Antes de decidir por la opción de tratamiento más recomendada, es muy importante el diagnóstico temprano para así definir las medidas de prevención o retraso del desarrollo de la enfermedad como primera opción en caso que no sea necesaria de manera inmediata la intervención quirúrgica para el reemplazo de la articulación con una prótesis.