Tenemos que ser conscientes de que las articulaciones pagan el precio de la movilidad que nos dan los músculos y de la fuerza que estos imprimen a nuestros movimientos. Para ello basta pensar en el peso que soportan nuestra cadera, rodilla o tobillo en el simple hecho de andar, multiplicando varias veces nuestro peso corporal en cada apoyo. Mucho más en el caso de movimientos más bruscos, en los que la velocidad o las desaceleraciones obligan a soportar cargas increíbles. Todo ello supone, incluso en ausencia de enfermedad, una tensión para las articulaciones y para los cartílagos, que tarde o temprano acaban por sufrir el desgaste mecánico de tanta actividad acumulada durante la vida.
Para proteger nuestras articulaciones debemos tener en cuenta determinados detalles:
1) Evitar el sobrepeso: la sobrecarga de peso aumento el riesgo de desgaste articular, en especial en cadera, rodilla y columna.
2) Minimizar los movimientos repetitivos: Aumentan la presión y el roce en las articulaciones, lo que conlleva a un mayor desgaste.
3) Mantener una actividad física frecuente: Ayuda a fortalecer la musculatura y proteger las articulaciones. También, realizar ejercicios de alto impacto como la bicicleta, caminatas en pendiente. Aquellos que requieran saltos o peso, con moderación, ya que se asocian a desgaste articular cuando se practican de forma frecuente y sin supervisión.
4) Cuidar la alimentación: evitar el alto consumo de grasas, sumando a la dieta pescado, aceites de semillas, verduras, carnes rojas, huevos, frutos secos.
5) Evitar el tabaco y no abusar del alcohol.
6) Mantener la higiene postural: cuidar los correctos hábitos posturales, al caminar, al sentarse, al hacer las tareas diarias. Manteniendo una postura adecuada se protegen las articulaciones en el cuello, espalda, caderas y rodillas.