Se conoce habitualmente a la escoliosis como una alteración de la morfología normal de la columna vertebral, por la cual en vez de mantener su línea recta, desarrolla una curva con desplazamiento lateral adoptando aspecto de “S” o de “”. Cuando aparece en niños y adolescentes sanos, suele llamársele escoliosis idiopática ya que se desconoce su origen o causa que la produzca.
En algunos casos, la escoliosis puede provocar incluso que roten determinados huesos, generando que cambie de posición o altura de un hombro, o la cadera.
Se llama escoliosis idiopática en adolescentes aquella que aparece luego de los 10 años y es la más común. La escoliosis infantil se manifiesta habitualmente hasta los 3 años, aunque suele estar más relacionada a trastornos congénitos.
Habitualmente es un trastorno que afecta mayormente a niñas, y se desarrolla particularmente en etapas de rápido crecimiento, como la adolescencia.
En la mayoría de los casos no hay síntomas pero sí signos que se presentan y alertan sobre su desarrollo, entre ellos: los hombros desnivelados, se advierte una curvatura anormal de la columna y los lados de la cadera desnivelados.
Para diagnosticarla, lo primero que se hace es un examen físico que generalmente incluye agacharse hacia delante así se determina la deformación de la columna al hacerlo. Puede complementarse con resonancia magnética y medición de la columna con un escoliómetro.
Para recomendar el tratamiento adecuado a cada caso, el especialista de nuestro centro seguramente tendrá en cuenta varios factores que surjan del diagnóstico: lo que originó la escoliosis, lugar donde se localiza la curvatura en la columna y su tamaño, y si el paciente está en etapa de desarrollo/crecimiento.
Cuando se trata de escoliosis idiopática, la persona puede no necesitar tratamiento pero sí se realizan controles con cierta periodicidad.
La indicación más común es la utilización de un corsé, que “contiene” a la columna evitando que desarrolle una mayor curvatura, obligando de alguna manera a adoptar una posición correcta.
Cuando la curvatura continúa en desarrollo y es grave puede recomendarse hacer cirugía.
La cirugía en este caso buscará corregir la posicion de la columna todo lo posible, mediante la colocación de barras de titanio y tornillos, que “sostendrán” la nueva posición de la columna y servirán de tutor durante el desarrollo del paciente.