Las 2 claves para evitar que la artritis reumatoidea genere discapacidad

La artritis reumatoidea es una enfermedad inflamatoria crónica autoinmune de causa desconocida que afecta a unas 400.000 personas solo en Argentina. Aunque los principales signos son el dolor y la hinchazón articular, en manos, pies, rodillas, tobillos y codos, puede comprometer otros órganos del cuerpo.

Puede afectar a cualquier sexo, es más frecuente en las mujeres y, si bien es más común entre las personas de mayor edad, también es diagnosticada en niños y jóvenes.

Clave 1: el diagnóstico temprano

La progresión de la enfermedad limita a quienes la padecen, impactando notablemente en su calidad de vida. La rutina de los pacientes se ve afectada cuando la enfermedad se desarrolla y no se trata oportunamente: muchos deben faltar al trabajo, reorganizar sus responsabilidades o pedir ayuda a otras personas para llevar a adelante sus actividades diarias.

Es fundamental la consulta temprana con el reumatólogo, para un diagnóstico precoz y rápido inicio del tratamiento. Esto ha demostrado prevenir el daño y la discapacidad física y preservar la salud psicosocial del paciente.

Clave 2: Seguir un tratamiento

En la actualidad, en Argentina, se encuentra disponible un gran abanico de opciones terapéuticas aprobadas como medicamentos modificadores de la enfermedad, biológicos y tratamientos orales inhibidores de JAK, con un buen margen de seguridad y eficacia clínica.

El principal objetivo cuando se empieza a tratar a un paciente con artritis reumatoidea es que pueda llegar a la remisión sostenida o baja actividad de la enfermedad. Esto es esencial para que el paciente pueda realizar sus actividades diarias sin sentirse limitado. Con un diagnóstico temprano y con el tratamiento adecuado, se puede detener el avance de la enfermedad y lograr

Es muy importante que los pacientes tengan voz propia en la toma de decisiones con el médico. Es fundamental que todos conozcan cómo opera la enfermedad que se encuentran transitando, que conozcan las opciones terapéuticas y que puedan entender cómo estar mejor. Un paciente “entrenado” conoce mejor su enfermedad y tiene una mayor adherencia al tratamiento.

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