La ruptura del Ligamento cruzado anterior de la rodilla es una lesión muy común que ocurre habitualmente derivada de la actividad deportiva o en situaciones de recreación, principalmente en una población joven y activa.
El LCA (ligamento cruzado anterior) forma, junto al ligamento cruzado posterior (LCP), los meniscos y otros componentes cartilaginosos, la articulación de la rodilla.
Tiene como funciones evitar el desplazamiento hacia adelante del fémur sobre la tibia, y de estabilizar la rodilla cuando hay rotación de la misma.
El LCA es el ligamento más importante de la rodilla ya que es una banda que une los dos huesos de la articulación y es responsable de su estabilidad en un 90%.
Cuando ocurre la ruptura del ligamento, la persona puede sentir que la rodilla “se le va”, además de un fuerte dolor y la paulatina inflamación de la articulación.
Si bien la falta del LCA no necesariamente produce una pérdida importante de la función de la rodilla inmediatamente, se recomienda su reparación para prevenir el riesgo de ruptura de menisco y cambios degenerativos en la articulación.
Por otro lado, se sugiere especialmente en los deportistas que el ligamento roto se repare para volver a su actividad deportiva y evitar las lesiones adicionales previamente mencionadas.
Actualmente, se recomienda la cirugía de reconstrucción del ligamento cruzado anterior de manera sistemática, en pacientes menores de 40 años donde clínicamente se compruebe inestabilidad de la articulación.
La cirugía del LCA es una de las más frecuentes, cuya técnica es de las más conocidas entre las que se realizan en cirugía ortopédica.
Se trata de una intervención rápida, por vía atroscópica e involucrando una mínima incisión, con excelentes resultados. Se recomienda cuando ocurren los siguientes casos:
-Se comprueba la existencia de una lesión de más del 50% del LCA.
-Se verifica la inestabilidad de la rodilla.
-El paciente es menor de 45 años y físicamente activo.
Una vez realizada la cirugía, con la posterior rehabilitación que debe realizarse para asegurar una recuperación al 100%, casi la totalidad de pacientes puede volver a realizar actividad física como lo hacían previamente a la lesión.
Es por ello que se recomienda que el LCA sea reparado para restaurar la estabilidad de la rodilla y así prevenir el riesgo de que ocurran lesiones meniscales y cartilaginosas que conducirían a una artrosis precoz de la articulación.