A diario vivimos decenas de situaciones con réplica sonora en forma de crujidos, chasquidos o ruidos indefinidos en las articulaciones (rodillas, codos, tobillos, muñecas, cuello…). Y es cierto que, aunque algunos suelen preocuparnos especialmente, bien por la frecuencia, por lo inesperado o incluso por la intensidad del ruido, los expertos aseguran que, si esos ruidos no van acompañados de dolor o de inflamación en principio no tendríamos de qué preocuparnos.
En líneas generales, existen dos tipos de ruidos que provienen de las articulaciones y que pueden llegar a ser frecuentes: uno es el que se produce por cavitación y es el que está originado por una mínima burbuja de aire en el líquido sinovial, que es el que lubrica y rodea las articulaciones, por ejemplo el ‘clac’ de la persona que se cruje los nudillos. El otro tipo de ruido habitual es el producido por un roce articular cuando hay cartílagos desgastados. Estos chasquidos, más habituales en las personas mayores, son más constantes (no tan puntuales) y se asemeja más al ruido que producen dos maderas cuando entran en contacto.
En el segundo caso la edad avanzada y el sedentarismo suelen ser factores determinantes debido al desgaste de las articulaciones, aunque también puede estar producido, según afirma Herrera, por una actividad muy repetitiva que genere desgaste en una zona de nuestro cuerpo que además puede llegar a derivar en artrosis.
¿Cuándo debemos preocuparnos?
Cabe destacar aquí una curiosidad pues hace años existía la falsa creencia de que los crujidos o los chasquidos del cuerpo, voluntarios o provocados, podrían terminar generando lesiones o incluso artritis. Sin embargo, la ciencia ha desterrado esa popular idea. Pero lo que sí que debe ser motivo de preocupación cuando se producen esos ruidos en el cuerpo es la aparición de dolor o de inflamación persistente, pues estos dos sí que serían síntomas de que existen problemas mecánicos en las articulaciones o en las vértebras.
No existen productos milagrosos para resolver estos problemas fisiológicos y lo aconsejable es que aquella persona que se vea afectada por una dolencia asociada a estos ruidos debe consultar al traumatólogo. Además, en los casos en los que aparece dolor o existe una limitación de los movimientos, la figura del fisioterapeuta también puede ser útil tanto para reducir el dolor como para mejorar la movilidad.
También es aconsejable seguir pautas tanto de alimentación como de ejercicio física que contribuyan a prevenir las molestias articulares. Evitar el sedentarismo, practicando regularmente ejercicio adaptado a las características físicas de cada persona, asegurarse una correcta hidratación y nutrición y dormir las horas suficientes contribuyen a que las articulaciones funcionen bien y además ayudan a evitar la obesidad, que es uno de los factores de riesgo.