Cuando corremos la cadera soporta hasta seis veces más el peso del cuerpo. Además de transmitir el peso de la parte superior del cuerpo a las extremidades inferiores, la cadera tiene otra función: facilitar los movimientos de las piernas en todas las dimensiones del espacio cuando las flexionamos, las estiramos, las rotamos. Por ello, no es de extrañar que aparezca el dolor de cadera en los ‘runners’, especialmente en deportistas principiantes o poco entrenados. Correr de manera frecuente ejerce mucha presión sobre las articulaciones de carga de las extremidades inferiores —como la articulación de la cadera—, lo que puede causar dolor a largo plazo. Si el dolor ocurre durante o después de la actividad física, generalmente está relacionado con una sobrecarga o estrés.
Si partimos de una persona que no tiene experiencia en la práctica del running, la recomendación número uno es comenzar por hacer un reconocimiento médico deportivo y dejarse asesorar por un buen entrenador. Se debe dejar un día de descanso después de tres días de ejercicio para que los músculos tengan el tiempo necesario para regenerarse Un estiramiento insuficiente o un entrenamiento excesivo pueden provocar tensión, contractura e irritación de los músculos cercanos a la articulación de la cadera.
En cualquier caso, el dolor de cadera persistente o que empeora requiere una visita a un especialista en medicina deportiva o un traumatólogo especialista de cadera, ya que algunos problemas, como por ejemplo las fracturas por estrés en la cadera, comúnmente se diagnostican erróneamente debido a la presentación confusa de los síntomas. Finalmente, es necesaria una evaluación exhaustiva, que a menudo incluye radiografías y otros estudios, como una resonancia magnética, gammagrafía ósea o tomografía axial computerizada. Como con todas las lesiones, la ausencia de dolor no significa que todo esté bien: deben abordarse los déficits de fuerza y flexibilidad para permitir un regreso saludable a la carrera.