La palabra core hace referencia al núcleo del cuerpo, es decir, al conjunto de grupos musculares que envuelve nuestro centro de masas, proporcionándonos estabilidad lumbo-pélvica y favoreciendo la trasmisión de fuerzas desde los miembros inferiores. Todos estos músculos forman un engranaje perfecto, donde tienen que actuar con un alto grado de sinergia, para proteger una de las zonas más delicadas de nuestro cuerpo: la columna vertebral.
El core aporta estabilidad al cuerpo en la realización de las diferentes tareas a las que nos podamos enfrentar en el día a día, ya sea en una acción cotidiana como puede ser abrir una puerta, o en la ejecución de un gesto deportivo). Esta estabilidad nos va a proteger de muchas lesiones sobre todo a nivel de raquis. Además, una vez detectada alguna anomalía en la espalda como puede ser una protrusión, una escoliosis, o un aumento desmesurado en alguna de las curvaturas fisiológicas de la espalda, el trabajo muscular de la zona media, va a desembocar en una postura más erguida, mejorando nuestra higiene postural. Así, evitamos el dolor producido por la patología diagnosticada.
Cómo trabajar el core
Con las indicaciones y supervisión de un profesional, se debería realizar con ejercicios que impliquen estabilizar el raquis, a partir de una inestabilidad generada a través de una carga externa y no con ejercicios que involucren movilidad en la columna vertebral. Por ello, es fundamental realizar un entrenamiento funcional y planchas, en los que se produce el movimiento en los segmentos corporales más alejados sobre todo en la articulación glenohumeral y en la articulación de la cadera.
Los beneficios que provoca trabajar el Core son los siguientes:
✅Previene alteraciones posturales.
✅Mejora la capacidad de soportar cargas sobre el raquis.
✅Mejora la capacidad de transferir cargas entre los miembros superiores e inferiores.
✅ Una correcta mecánica respiratoria logrará estabilizar el raquis.