El tamaño y fuerza máximos de nuestros huesos se denominan masa ósea máxima (o pico). Los genes juegan un rol importante en la cantidad máxima de hueso que tenemos, pero hay factores de estilo de vida -como la dieta y el ejercicio- que pueden influir si alcanzamos nuestro potencial total de masa ósea durante la infancia y la pubertad.

La mayoría de las personas alcanzarán su masa ósea máxima entre los 25 y 30 años de edad. Cuando llegamos a los 40 años, sin embargo, lentamente comenzamos a perder masa ósea. No obstante, podemos tomar medidas para evitar la pérdida severa de hueso con el paso del tiempo. Para la mayoría de nosotros, la pérdida de hueso puede ser enlentecida significativamente a través de una nutrición adecuada y ejercicio regular. No es necesaria la realización de tablas o movilidad articular global, deportes extenuantes, pero sí actividades continuadas, es decir, es importante la constancia. Antes de empezar a hacer deporte es oportuno someterse a un chequeo médico previo, así como conocer los motivos por los que se desea practicarlo y las posibilidades de cada uno. Para evitar que llegue a cansar, es conveniente variar la rutina de ejercicios y realizar siempre un calentamiento previo de 15 minutos.

Si bien un estilo de vida saludable ayuda en la mayoría de los casos, algunas personas tienen más riesgo de pérdida de hueso y osteoporosis debido a problemas con la forma en que sus cuerpos remodelan el hueso. Por lo tanto, aunque una dieta saludable y ejercicio pueden ayudar, de todas formas, se perderá hueso a una velocidad más rápida. La buena noticia es que, en los últimos años, se han desarrollado medicamentos para tratar este problema metabólico. En casos severos, la pérdida de hueso incluso podría revertirse con medicamentos más nuevos que estimulan la formación del hueso.

Es importante mantenerse informado y consultar al médico de cabecera sobre el riesgo de pérdida ósea y osteoporosis para que indique los pasos a seguir.